domingo, 16 de agosto de 2009

The five peaks of chaos

CAPITULO 1

Estaba nerviosa, un poco agitada, con mucho temor. Quería infundirme valor, tener coraje y salir, pero no podía… el miedo me paralizaba.

-¡Eh, tú!- grito el hombre que cuidaba las celdas- es hora de la cena para el numero 669.- el numero 669 era un demonio encerrado millones de años por hechizos muy poderosos- solo debes tirarlo por entre medio de unas rendijas, el infeliz no puede moverse- me castañeaban los dientes con solo imaginar el monstruo que habría ahí dentro- ¡apresúrate mocoso infeliz!- el muy abusivo me empujo y me paso una especie de cantimplora- recuerda... debes abrirla y luego tirarla lo mas lejos que puedas.

Tome la cantimplora y me arrope un poco.

Siempre mandaban a los niños a dejar los alimentos a los demonios, pero sabía manejarme muy bien entre las celdas del castillo.

El carcelero siempre me decía que si no le obedecía me tiraría a la celda 514, donde había un demonio come niños, que fue capturado en el siglo 3, por uno de los semidioses del bosque y lo mando aquí encapsulado en una botella. Lleva casi 4 siglos encerrado sin probar carne humana, de seguro me devoraría en un respiro.

-Tordos, compañero, ¿no debías alimentar al 669?- pregunto otro carcelero.

-Si, pero mande al mocoso, no soy tan estupido para ir a esa recamara, no cuando se que el desgraciado los mata. Además ¿quien va a extrañar al pequeño gusano?, tenemos de sobra, por un poco de comida hacen cualquier cosa.- ambos soltaron carcajadas.

Llevaba media hora caminando, y ni siquiera estaba a la mitad del recorrido.

Las celdas eran muy extrañas en este nivel. Por lo general las del purgatorio eran celdas con puertas de madera con escritos gravados, la lengua de los magos. Aquí en el 8º sendero no habían puertas, eran barreras de agua y de aire… que en sus arcos tenían gravados, pero eran diferente a las otras, eran mas extrañas, con símbolos mas puntiagudos y mas rectos, no como la de los magos que eran curvas y alargadas.

Ya con 1 hora más menos de recorrido empezó a hacer un frió espantoso... estaba en el sendero de los no muertos, demonios vivos, como los seres humanos que se dedicaba a matar a la raza humana. Los odiaba, ellos habían matado a mi hermano y el era lo único que tenia. Eran criaturas malvadas, poderosas y peligrosas, que siempre habían existido y que eran muy inteligentes y sabias.

Empecé a escuchar jadeos y suplicas, suplicas en un leguaje infernal, me tape los oídos, eso había escuchado de un Encial, que cuando se escuchara lenguaje infernal, había de taparse los oídos, porque podíamos caer en su juego.

Estaba la celda 668, la siguiente seria mi destino, pero por alguna razón pasaba a la 704.

Faltaban 5 celdas, me pregunto en donde estarían. Mire para atrás y me embargo el miedo, no se veía nada, todo era tan oscuro, daba gracias a Dios que podía ver en la oscuridad mejor que otras personas.

-¿Dónde estas numero 669?- pregunte con voz casi susurrante.

Algo había hecho clic en su cabeza, algo estaba despertando sus sentidos, alguien lo estaba llamando, una voz dulce y melodiosa lo llamaba y en casi 6 siglos sintió hambre.

Mire para todos lados, pero ni siquiera podía ver una abertura, un pequeño pasadizo, nada. Recordé las palabras del señor gordo y feo “por la rejilla pasa la cantimplora, solo arrójala fuerte”, pero ¿donde estaba esa rejilla? Una rata paso por enzima de mis pies descalzos y me dio un susto de muerte, cuando mire con cuidado me percate. Un pequeño círculo con rejillas muy diminutas, ¿Cómo pasaría la cantimplora? y si solo arrojaba el líquido, nadie lo sabría. Me arrodille y con cuidado abrí la cantimplora, apenas deje el corcho en el suelo, los jadeos y los gritos se hicieron mas fuertes, con un poco de miga de pan me tape los oídos, pero los sellos comenzaron a brillar y derramé un poco del liquido sobre mi mano, con la luz pude ver que era rojizo y espeso. De curiosa me lo lleve a la boca, pero antes de probarlo un circulo se fue dibujando en el suelo, me rodeaba y yo me encontraba al medio. Podía verme completa y de la nada el círculo se partió en dos y caí.

-¿Quién es?- pregunto el numero 702.

-No lo se- contesto el numero 669- solo se que no es alguien normal, y que por alguna razón me despertó del letargo y como veo a ustedes también.

-¿Están todos despiertos?- pregunto el numero 701

Un si se escucho en general, pero de pronto escucharon un grito agudo que venia por sobre sus cabeza y luego un fuerte golpe en la roca fría. Había caído un cuerpo, alguien había traspasado la protección.

-¿Puedes ver?- pregunto el 703 a 702.

-No, pero si pude medir la magnitud del golpe, es un cuerpo pequeño, delgado pero de seguro el golpe lo dejara aturdido por varias horas.- contesto 702.

-¿Que hacemos Decannus?- preguntaron 4 voces de las distintas celdas.

-Solo esperar mis queridos frater, solo esperar- contesto Decannus.

Algo en mi cabeza me decía que quería quedarme así por siempre. Me dolía la cabeza, el hombro y las rodillas. La caída había sido muy fea, y no sabia donde estaba, pero que más da, nadie me esperaba haya afuera. Tenía dos opciones o moría de hambre o alguna caída extraña me mataba, prefería la caída, no quería que las ratas se alimentaran de mí.

Por primera vez, luego de estar conciente pero sin moverme, me gire quedando boca arriba. Me quede ahí otra hora, mirando el techo rocoso, negro y húmedo. Una gota me callo en la frente.

-Debo salir de aquí- me dije en voz alta- no me quedare a aquí a esperar mi fatídica muerte- me trate de levantar, pero mi rodilla izquierda había sangrado al parecer mucho y se me había secado la sangre impidiendo que pudiera estirarla con facilidad pero con fuerza y mucho autocontrol la estire y se volvió a abrir la herida un poco. Raje el trapo sucio que me cubría y me la amarre con fuerza.

-Me duele hermano, me duele- solté un risita y una lagrima se me escapo. Cada vez que sentía dolor y no quería gritar o demostrarlo, le hablaba a mi hermano, me sentía mas tranquila y aun sabiendo que su cuerpo se pudría en algún lugar me hacia bien hablarle porque sentía calidez al recordarlo, me sentía menos miserable y sola.

Con fuerza y un poco de dolor me incorpore, me revise la cabeza, tenia un chichón bastante grande, pero el pelo sucio y enmarañado lo ocultaban. Me revise la cara y tenia una raspadura en la barbilla y un corte en la frente.

Mis manitas estaban sucias con ese líquido rojo que se mezclaba con mi sangre.

Ya con los daños evaluados y algunos solucionados, repare por primera vez en el lugar.

Sabia mirar en la oscuridad pero esta era otro tipo de oscuridad, era una oscuridad provocada porque podía mirarme el cuerpo, pero cuando fijaba la vista en la periférica no se veía nada. Busque la muralla y me acerque hasta tocar algo frió y duro como la piedra y mi mano ilumino lo que había tocado y unos ojos rojos me miraron fijamente y pude ver un rostro blanquecino.

-¡Ahhh!- grite y me aleje hasta llegar donde había caído, ¿quien era él? Me arrastre a otro extremo y choque con la muralla otra vez, me aoville y comencé a soltar lagrimas silenciosas. La piedra tuvo un ligero movimiento y no quería levantar la vista, pero la levante y toque la muralla lentamente y otra cara aprecio y otros ojos rojos me miraban.

Me corrí de inmediato, el miedo me invadía. Y comencé a sollozar, hermano por favor ayúdame, tengo miedo, tengo mucho miedo.

-¡Quiero luz!- grite, quería luz quería sacar esa oscuridad artificial que había.- ¡quiero ver!- y como por acto de magia la oscuridad se fue, dejando solo la oscuridad natural, la oscuridad en la cual podía ver. Estaba en una sala circular habían dos celdas a cada costados y una al frente mió. Era bien particular. Una, la de mi derecha, tenia una especie de puerta de tierra, la que estaba a mi izquierda era de fuego, otra era de agua y la ultima era como brisa, como aire, pero aun así no se podía ver nada.

Me levante y mire cada una de estas. Quería tocarlas pero sabia que era imposible, el fuego me quemaría por ejemplo y las demás no se.

-Tuss-una voz resonó en mi cabeza y me hizo mirar en la dirección que creí que provenía. Era la celda que estaba ubicada al medio de las 4 restantes, pero su escudo o puerta era extraña, me veía reflejada, un espejo líquido evitaba mi paso.

Me quede parada fijamente frente a mi propio reflejo, levante mi mano y la otra persona igual. La imagen que se proyectaba era miserable, a primera vista, se ve un niño delgado, pálido si se le quitara la suciedad del rostro, unos profundos ojos de no se que color pero muy opacos, sin vida.

Un pelo sucio, enredado, y posiblemente largo que talvez si su mama estuviera viva o su hermano lo mantendrían lindo y brillando.

Ropa grande y sucia, con hoyos por todos lados, manos sucias y un niño solo. Todos me dicen que soy un niño, muchos creen sin preguntar quien soy. Mocoso, gusano, pequeño, miserable, huérfano. Todos esos son mis nombres. Solo mi hermano me llamaba por mi nombre, solo el lo sabia.

-Violette- no se si mi imagen me jugaba una broma pero había visto mover los labios de la figura que se reflejaba y decía mi nombre, ahora sonreía.

-¿Quien eres?- pregunte y después me sentí loca.

Este mocoso se ha tardado todo el día, de seguro se lo abra comido algún demonio, no quiero limpiar después, eh tenido que limpiar muchas viseras hoy- el nauseabundo hombre llego al lugar en donde se suponía que Violette tenia que estar, pero solo halló la cantimplora vacía- Mocoso estupido, ¡Apertus!- el hombre se perdió en la oscuridad del circulo.

La cámara se volvía mas templada, no tenia tanto frió. La imagen que se proyectaba de mí, me llamaba, sonreía. No sabia si yo era capaz de sonreír así, tan calidamente y recordé las sonrisas que muchas veces mi hermano me regalo y que ya no volveré a ver y una lagrima surco mi rostro y la de mi imagen también pero era una lágrima roja, de sangre. Me quise acercar y quería ver si podía tocar el espejo líquido

¡Alto mocoso¡- escuche a mis espaldas, me gire y vi al carcelero con una llama que flotaba en su manos- ¡aléjate de ahí gusano, no te atrevas a tocar ese espejo¡- el hombre sabia un poco de magia, lo esencial para saber moverse y podía iluminar un poco la estancia circular.

-¿¡que has hecho!?- me grito encolerizado y avanzando mas a mi, su gordura hacia que caminara como tambaleándose.- ¡pedazo de escoria!- me aleje de la puerta, debía correr, podría matarme, todos pensarían que fue un accidente. Me fallaron las rodillas y caí, me jalo del pelo y tiro con fuerza arrastrándome por el suelo-¡¿que hiciste, dilo!?- me grito apuntándome con un dedo. Estaba entre medio de sus piernas, no podía escapar. ¡Ayúdenme por favor!

-¡no hice nada, lo prometo!- grite, no quería que me golpeare, no soportaría otra paliza.

-¡Mentiroso!- con un palo de madera comenzó a golpearme en el suelo- que esto te ayude para que aprendas a no mentir- me golpeaba fuerte, me dolía mucho, pero trataba de aguantar- así que el huerfanito es valiente- aovillada en el suelo vi Como invocaba el fuego, mis ojos se abrieron de para en par, me iba a torturar, este hombre me iba a quemar. Estaba casi inmóvil, las piernas no me daban. Agarro mi brazo y lo estiro, presiono una gorda rodilla en mi hombro para inmovilizarlo y solo fui conciente de que no debía gritar.

-Ahora veremos que tan hombre eres- no quise mirar y me obligué a no gemir, el calor era horrible, me estaba quemando lentamente y ni siquiera me permití llorar, no quería hacerlo, me obligue a mirar a otro punto mire a mi derecha y tenia la celda de agua, quise agua, quería agua, pero no podía. Mire al frente y vi el reflejo del hombre y de como quemaba mi brazo.

¡Ahora!- dijo y el calor se volvió dolor líquido.

¡Basta, me duele!- agonizaba en dolor, me traspasaba en millones de formas, lloraba, sufría. ¡Hermano ayúdame! Mire mi reflejo y antes de que se me cerraran los ojos del dolor mire atenta y pude ver una figura alta que traba de salir, alguien quería traspasar o simplemente me llamaba.

Se me empezó a mojar las ropas, la celda con protección de agua estaba fluyendo y sentí frió por todo mi cuerpo y el carcelero comenzó a mojarse también y paro. En ese momento me libere rápido y vi mi brazo ensangrentado y al rojo vivo.

¡Protego!- me dijo una voz en mi cabeza- protego- pero ¿de donde venia?-

Ven aquí gusano no eh terminado contigo- empezó a andar pero se quedo paralizado con los ojos muy abiertos por el miedo.- ve...ven aquí..muchacho…ven muy le..le..lento- lo mire extrañada, el solo miraba al frente y yo a el. Me di vuelta y tenia la celda del espejo detrás de mi- no lo mires… ven aquí- ¿mirar a quien? Yo solo podía mirar mi reflejo.

Algo lo saco de su aturdimiento, se lo que sea que haya visto había desaparecido porque nuevamente corrió hacia a mi. Presa del pánico golpe el espejo esperando una ayuda.

-¡Aléjate de ahí!- estaba muy cerca- te haré pedazos, nadie extrañara tu cuerpo, después se lo tirare a las ratas-sonrió, me cojio de los hombros y me golpeo contra la barrera de protección- que perdida, servias bastante acá, aunque podrías servirme un poco- con brusquedad me giro y empezó a bajarse los pantalones. Estaba aterrada no quería, presione las manos contra la barrera, enterré las uñas, prefería morir, elijo morir antes que esto.

La barrera de espejo liquida empezó a ondear, y unas manos blancas y hermosas salieron y agarraron con delicadeza mis muñecas y me jalaron. Escuche los gritos del hombre pero fui sumergida en la oscuridad antes de poder ver que ocurría con el.

-Decannus, ¿Cómo has podido?- pregunto el numero 702

-No lo se, ella me llamo, de alguna forma lo hizo y pude moverme para salvarla- Decannus miro el cuerpo delgado, caliente, herido y pequeño de Violette que estaba en sus brazos.- ¿Se encargaron del maledictus?- Decannus acaricio un cabello que tapaba la sucia cara de su pequeña niña.

-Si pero igual la hirió en el brazo derecho, no podíamos hacer nada si estaba ella presente, Antoine solo pudo enfriar su cuerpo y congelar al infelix para distraerlo un poco- Ferris daba sus explicaciones pero Decannus solo podía admirar la belleza pura e inocente de Violette.

-Ferris, creo que alguien no puede poner atención- había dicho Antoine que trataba de devolver el agua a su puerta.

-¿Tu crees que se hayan dado cuenta Vittorio?- Decannus le hablo al mas racional de sus hermanos.

-Creo que deberías dejar el cuerpo de la pequeña fuera porque si te ve puede darle un ataque, si te ve en esas condiciones- la voz de su hermano resonaba en su cabeza, no quería que ella le tuviera miedo, hacia siglos que una voz tan dulce y melodiosa no abrigaba su mente y no quería tenerla lejos, no con esa tristeza que vio en esos ojos.

-Hermano, suéltala. Es lo mejor para ella.- Vittorio tenia razón, pero era tan suave y calida.

Decannus quiso traspasarla pero no podía, no podía traspasar la barrera liquida.

-Vittorio, no puedo pasarla al otro lado- Decannus se sintió intranquilo, el aire no entraba en ese lugar, era cosa de minutos para que Violette dejara de respirar.

- Vaya, eso es un problema querido hermano, pero velo por este lado, tendrás alimento fresco antes que nosotros- Ferris siempre sabia como hacer enfurecer a Decannus y esta no era la excepción.

-Ferris, tus comentarios no son necesarios ahora, ella es crucial para nosotros, has pensado de que es posible que ella puede sacarnos de aquí- Taggared siempre ponía control entre ellos.

-Decannus, despiértala, despiértala. No puedes pasarla porque esta inconciente- Taggared tenia razón pero no quería espantarla, el estado en el que estaba no era muy grato y ella era solo una niña.

Sentía frió, dolor y tenia mucha sed. Estaba cómoda donde estaba, no era el suelo. Con un poco de tiempo pude reconocer que estaba sentada y unos brazos me cobijaban, unos dedos acariciaban mis cabellos y se movía rítmicamente.

-No abras tus ojos Violette, no los abras hasta que te diga- una voz musical, masculina y hermosa resonó en mis oídos- soy Decannus, tu me has llamado y yo te salve, pero quiero pedirte que no abras tus ojos, pues no quiero que te espantes, juro no hacerte daño, no te tocare ni un pelo, solo quiero que te concentres en que deseas salir de aquí, porque el aire es poco y puedes morir.- hablo tan rápido que me llevo tiempo asimilar y recordar donde estaba. El carcelero iba a violarme y fui succionada a la celda, eso quiere decir que…- cálmate pequeña, dije que no te dañaría, puedo sentir como tu corazón bombea sangre a un ritmo impresionante, pero no quiero que te agites porque necesitaras más aire y es eso lo que no tenemos acá.- estaba helada, un demonio me tenia en sus brazos, pero no entendía como no me mataba y en vez de eso se preocupada de mi. Era la segunda persona en preocuparse de mi y por instinto me aferre a los brazos que me tomaban y hundí la cabeza en el pecho de aquel hombre. De alguna forma me sentía agradecida por haberme salvado si debía morir a cambio no estaba del todo molesta.

-Decannus por el amor de todo lo maldito, déjala, se va a morir- Vittorio quería que la soltara luego.- se esta acabando el tiempo.

-Pequeña debes irte, sal de aquí- dijo la criatura.- pero no abras los ojos, ábrelos cuando ya te sientas fuera de aquí.- me fue soltando y depositando en el suelo con cuidado, tenia razón, se me hacia mas complicado el respirar.

-¿Cómo cruzo?- pregunte.

- Como lo hiciste antes, con el mismo deseo de querer salir- respondió

-Pero yo no quiero salir, no quiero ir donde ese hombre- recordar lo que había sido me causo dolor y me toque el brazo y pude sentir el liquido caliente, todavía emanaba sangre.

-Levanta…levanta tu brazo- dijo decannus, pero tuve miedo- confía en mi- y dicho esto levante mi brazo y me preparaba para el dolor. No paso nada, sus dedos tomaron mi brazos como si fuera u cristal y lamió el contorno de la herida muy delicadamente, su lengua era suave.- que sabrosa eres, pero había mezcla de carne quemada y piel chamuscada, así que no era tu sabor original pero sebo decir que es bastante apetitoso- me toque con cuidado y no había nada, mis dedos no podían verificar si había herida o no.- es hora de que te marches- quería llevarlo conmigo, pero me estaba mareando.

-Dame tu mano- le dije y a los segundos estuvo pegada a la mía- ven conmigo-

-¿No tienes miedo?- pregunto un poco extrañado.

-Si pero si vas a matarme ya lo hubieras hecho, pero quiero devolverte el favor de haberme salvado- quería hacerlo, algo me decía que debía hacerlo.

-No puedo, este escudo me destruirla-contesto- vete pequeña, se acaba el tiempo- dicho esto, me concentre y desee salir, decannus me dio un empujoncito y logre salir como si no hubiera nada que lo impidiera.

Me di vuelta y tenia la celda otra vez delante de mí con mi reflejo diciéndome adiós.

-Adiós decannus, vendré a verte de nuevo- cuando me di cuenta y avance caí de bruces al suelo. El cuerpo del carcelero estaba quemado, con muchos huesos rotos, como si algo lo hubiese aplastado.

Tarde horas en averiguar como salir y otras más sacando el cuerpo.

Lo escondí en un lugar donde no esperaba que lo encontraran. Me fui del calabozos, no quería mirar a tras.

-Leonore, ¿lo sientes?- pregunto un muchacho de cabellos anaranjados.

-Si, manda una carta a dirigida al Consejo de luz, con el nombre Aidan- dijo.

-Si mi Señora- contesto el muchacho que luego de una reverencia salió de los aposentos.

Cuando llegue a los calabozos, estaban los carceleros buscando el cuerpo del Señor Tordos. No sabía mentir así que me mantuve lejos para evitar preguntas, así que empecé a limpiar los restos de tripas de cerdos que había en el sector 2.

Mientras limpiaban, de ves en cuando me asomaba a la trampilla para ver si alguien se acercaba al lugar donde lo tenia escondido.

-Mocoso, ven acá- me llamó Karonte- ayer Tordos me dijo que te había mandado a alimentar al de la celda 669- me miro ceñudo- ¿lo has visto gusano?-

-no, yo no le eh visto- baje la cabeza, mis ojos decían la verdad, de lagrimas se llenaban.

Karonte me agarró la barbilla con rudeza y me hizo mirarlo- estas mintiendo animal- karonte me examino la mirada mas aun.

-karonte es mejor que vengas a ver esto- oh no, lo habían encontrado. Me agarro del brazo y me jalo con fuerza. Me arrastro por el pasillo hacia la trampilla, el corazón me latía a mil por hora, con suerte mis dedos delcazos rozaban el suelo, y al trote.

Uno de los hombres saco del la trampilla el cuerpo negro y pútrido de Tordos. Todos miraban fijamente el cuerpo y luego sus miradas se centraron en mi.

-¡¿Qué hiciste maldita alimaña?!-.

-Mi señora- el muchacho de cabellos anaranjados entraba aprisa a la estancia, no se detuvo al hacer reverencia- Nos ha llegado la respuesta- su cara delataba la gravedad del problema.

Leonore tomaba el te tranquilamente escuchando las noticias- decidme mi joven amado, cual que fue la respuesta del Comité- leonore se levanto con aire de diosa.- tu rostro se ve mas hermoso bajo el alo de la tranquilidad.- volvió a beber té.-debemos ir de inmediato a las celdas mi Señora, han quebrado la protección y según los escritos del magnanimus Aidan, el numero 669 se libero de las ataduras de nivel 45-cuando el joven termino, la mirada de Leonore estaba perdida y la taza de que estaba en sus manos exploto en miles de fragmentos.

-¡Ven acá maldito perro desgraciado, voy a matarte!- corrían 5 hombres tras de mi, su respiración estaba muy cerca, podía sentirla en mi nuca. Me esforcé por cada paso que daba. La paliza que me habían dado me dejó por lo menos algún hueso roto. Patadas, combos, jaladas de pelo, cachetadas. No quería morir, no quería. Corriendo, con ellos pisándome los talones me dirigía al único lugar en que podría tener esperanza aunque significara mi muerte.

-¡Voy a matarte maldito gusano, no te escaparas, ven acá. Te haré pedazos y disfrutare cada parte de la tortura que te daré!- gritaba Keronte, me daba miedo que utilizara el gancho. Una vez lo hizo y no pude caminar en semanas.

-¡¡Yo no hice nada, lo juro por Dios!!- les grite, pero al perder la concertación caí y resbale. Me aoville y les decía que no hacia nada. Comenzaron a patearme en el suelo, mi cuerpo no aguantaba, cada patada me dolía más que la otra, cada latigazo ardía más que otro. Cuando pararon mire y un hombre me pateo el rostro y me lanzo el lejos. Tirada en suelo roge porque terminaran luego conmigo, más dolor no quería, que fuera rápido, le rogaba a dios de que terminara luego conmigo, no podía más.

-¡Decannus!- grito taggared en la cabeza de su hermano.

-¡No lo sientes acaso, cuanto dolor ahí en su cuerpo!- grito este. Empezaba ah desesperase, golpeo las paredes de su jaula y un gruñido se fue a su garganta.

-Antonie, detenlo, no puede transformarse, es imposible- grito taggared a su otro hermano pero este estaba perdiendo los estribos-

-Taggared, no puedo controlarlo, yo también deseo matarlos, hacerlos pedazos- dijo Antonie- Ferris ya no puedo controlarse esta destruyéndose así mismo con el calor- Taggared se fijo en su hermano Ferris y no había ningún pensamiento cuerdo que no fuera liberarse. Aquella pequeña, aquella humana había despertado a la estrella de 5 picos. A los hermanos del caos. Los hijos de Leviatán.

-¡BASTA PORFAVOR!- gritaba, tenia pánico. Uno de ellos había sacado su espada.

-te cortare parte por parte. No dejare que te muevas y será lento y tortuoso, no te preocupes me encargare de mandarte al infierno con todas tus partes juntas- al acercase ya no pude mas.

-¡Por favor ayúdame… Decannus!!- al terminar de decir su nombre me percate de que estaba en el circulo y este brillo, abriendo sus compuertas, donde los guardias y yo caímos. Como ya conocía anteriormente, me aturdí solo un poco, pero tambaleando me fue a su puerta desando despertarle, desando su protección.

La caída a los 5 hombres no les afecto, karonte se levanto rápido, hizo la señal de la cruz y avanzo con paso sigiloso, yo me encontraba de frente a el con espalda pegada al sello de protección de la celda de Decannus. Arañaba el sello, comencé a sangrar de la urgencia que tenia, pero nada ocurría.

-Maldita rata escurridiza, así que fue a aquí donde quemaste al pobre Tordos- keronte estaba enloquecido, me daba miedo su mirada, me quede paralizada. Me levanto en vilo, tomando del cuello, ahorcándome, trata de liberarme, pelear por soltarme.

La garganta se me cerraba, respirar me dolía, las piernas comenzaron a pesarme.

-karonte es mejor largarnos- dijo uno de ellos con un tono de voz bastante tembloroso.

-dejadme matar a esta rata asquerosa- grito este.

-Karonte por lo mas sagrado, larguémonos de aquí- Karonte miro a sus compañeros que miraba fijamente adelante de el. Como me había tomado por el cuello, daba la espalda a la celda numero 669.

Cuando se dio vuelta el reflejo de el estaba distorsionado porque alguien quería salir.

Y lo mismo pasaba con las otras cuatro celdas restantes

El agua comenzó a escurrir a raudales, el fuego empezó a salirse de control, la tierra se caía a pedazos, y el aire empezaba dejar aberturas. Los sellos se estaban rompiendo.

Salio una mano blanquecina de cada celda, menos la de protección de cristal liquido.

Cada una se alargo y cazo a los 4 hombres que se encontraban agrupados en el centro de la recamara. Ninguno de ellos volvió a salir.

- ¿que esta pasando?- me soltó y pude respirar, pero me jalo del pelo y me aplasto con su peso y empuñando una cuchilla me la entero en el pecho.- ¡eres un hereje!- el dolor era demasiado y la oscuridad me estaba succionando. Mire por ultima vez la recamara de Decannus y quise alcanzarle, estire mi mano, quería verle. Ven, ayúdame por favor, ven Decannus, ven a mí.

Leonore iba pasos de llegar a la torre de las mazmorras cuando callo de rodillas.

-Oh mi Dios de lo todo lo sagrado- se quedo allí y lagrimas negras bajaban pos sus mejillas.

Antes de cerrar mis ojos, pude sentir la explosión de algo muy poderoso, gotas de agua caían en mi rostro y la tierra vibró bajo mi cuerpo. Mire la celda de Decannus y partículas de algo brillante flotaba en el aire.

Unas manos blancas se apoyaron a cada costado de la celda y una cabeza de espeso cabello blanco como la nieve empezó a salir. Una pierna, un torso, un cuerpo. Decannus era libre, eh pagado mi deuda. Y mis ojos por fin se cerraron.

Decannus veía todo diferente, la falta de sangre le hacia mas lento y torpe. No le hacia gracia verse limitado de sus sentido, pero no le importo cuando vio a aquel hombre, con un puñal ensangrentado y el cuerpo de Violette agonizante debajo de el.

Agazapado y encorvado, con los brazos colgándole, dio un paso tras otro, los ojos rojos como de sangre liquida, un rojo intenso que nunca se olvida, buscaba la venganza, buscaba muerte, dolor…castigo.

Aquel hombre levanto el puñal y con cierta torpeza lo entero en el corazón de Decannus.

-¿Como pretendes estocar un corazón, cuando el corazón no esta? - dicho esto, agarro la cabeza del infeliz y con brutalidad hundió los colmillos en su cuello. Sentir la sangre caliente, el torrente de vida de aquel hombre, la carne al romperse, los tendones al cortarse, fue una excitación y placer que no había experimentado hace siglos. Su cuerpo vibro y se tenso. Su musculatura se hizo más densa y sus cabellos tornaban de caoba claro, su piel ya no era pálida, ahora se podían ver las venas recorrer su piel.

El cuerpo callo inerte en el suelo, y ahora fijo la vista en el pequeño y delgado cuerpo de Violette. Apenas escuchaba su palpitar, tenia mucho daño, sus pequeños huesitos, no sabia como podía resistir tanto. Una niña de su edad estaría con mínimo 7 huesos rotos, Violette solo tenía 1 costilla rota y una fractura en la pierna.

-Mi pequeña- acaricio su cabeza- pronto te pondrás bien- Decannus lamió la herida del puñal y tubo que frenar el frenesís, que le produjo el sabor normal de Violette. No podía describirlo, pero le recordó la luna llena, la lluvia, el olor de la pureza, de lo sagrado, de lo inmaculado. Violette era la belleza personificada.

-Hermano, ¿Cómo esta?- Ferris estaba a sus espaldas, lamiéndose los dedos con sangre.

-Se pondrá bien, es fuerte. No obstante tiene una fractura en la pierna izquierda y una costilla rota- la tomo en vilo, ahora media la fragilidad de un ser humano tan pequeño como ella.- ¿los demás?-pregunto

-tú sabes como son esos tres, les gusta degustar a sus presas, yo soy rápido, mientras más rápido, más puedo beber- Ferris admiro el rostro de Violette- no puedo creer que todavía existan, pensé que los habían eliminado en el siglo 2- Ferris acaricio con delicadeza el pelo de la pequeña.

-lo se, por eso es necesario salir de aquí cuanto antes, localizar nuestras cosas. La familia de Leones tiene mucha memoria y es de suponer que nuestras cosas están escondidas.- miro otra vez el cuerpecito de Violette, su pecho volvía a tener la cadencia normal.- Vittorio, cuando termines acompaña a Antonie por nuestras cosas. Taggared, ¡por los infiernos!, deja esa basura, ya le comiste hasta los nervios. Ven aquí te necesito junto con Ferris.- amaba a sus hermanos, no sabia si a Ferris también, muchas veces lo irritaba pero jamás dudaría de el.

-Taggared, toma el cuerpo de Violette y llévalo al bosque, busca un refugio seguro, de ser posible que Ferris se transmute y vigile- veía la duda en la cara de su hermano y antes que lo expusiera lo interrumpió- es una orden querido hermano, yo debo hacer una visita antes.- terminado de decirle, deposito a Violette en los brazos de su hermano y Ferris se convirtió en un hermoso felino de piel anaranjada con rallas negras, casi de porte de un caballo.

-Andando- dijo Taggared y en un pestañeo desapareció junto con Ferris.

- ¿Sabes donde están Antonie?- pregunto Vittorio a su hermano que ya salía de su celda manchado de sangre.

-Por supuesto, la memoria es algo que se mantiene pulcro aunque pasen los siglos querido hermano- dijo este cruzando los brazos tras su espalda, una característica muy griega de el.

-Los siglos pasan amado hermano, pero aun así sigues comiendo como un parvulus- Vittorio carcajeo con el mal hábito de su hermano que era un poco descuidado a la hora de alimentarse.

-Vayan luego, debo hacerle una pequeña visita a una querida amigas.- Decannus desapareció.

-Siempre es tan grave para sus cosas “querida amiga” ja- rió Antonie.

El castillo estaba revuelto, los soldados habían sacado los cuerpos de los carceleros y los quemaran en cuanto salio el sol. Vinieron magos del reino y semidioses a buscar soluciones, encontrar la causa del fallo de la protección mas poderosa que se podía tener en todo el mundo de las artes oscuras.

Nadie se explicaba el porque, nadie sabia nada.

Leonore se paseaba de un lado a otro, Furgurus, analizaba la situación bajo todos los parámetros posibles.

-es que no hay una respuesta Furgurus- decía esta desesperada- el consejo vendrá en dos días mas, Aidan vendrá en persona, se nos confió una tarea y nos descuidamos, somos responsables de las catástrofes que acontecerán en el mundo.

-cálmate, en situaciones como esta es mejor esperar querida hermana, nada sacas con exasperarte. Le diré a Ángel que te traiga té- Furgurus se paro y se retiro de los aposentos de su hermana. Por muy calmado que se viese, estaba con el alma en un hilo, tenía muchas preguntas y no le gustaba quedarse con dudas.

-mi señora, le eh traído su té- el muchacho de cabellos anaranjados, mostraba preocupación por su señora.

-tranquilo mi buen amado, todo va a estar bien, solo ruego que Dios nos ampare- el joven se postro a su pies y se dejo acariciar por su señora.

Ya llegada la noche y de haber compartido el lecho con Ángel, dejándole una marca de convivencia, leonore se levanto a dar un paseo, la brisa de invierno, helada como ninguna hacia estremecer el cuerpo pulido, esbelto y afrodisíaco que poseía.

El cabello le caía en cascada por su espalda, la luna hacia que sus cabellos dorados iluminaran un poco su figura, su tes blanca y fina, como la de una perfecta estatua, estaba seria, y sus labios rojos como el carmesí dibujaban una mueca de preocupación.

Entre cruzó los brazos sobre su pecho y su figura contorneada, se traslucía bajo el manto de satín.

-No te recordaba tan apetitosa Leonore- una voz a sus espaldas- o es que acaso en ese tiempo no sabía lo que era la belleza de verdad-

-Buenas noches Decannus- respondió esta que soltó sus brazos dejándolos caer lánguidos.- el tiempo no te a quitado lo imprudente-se volteo y se encontró con un hombre de unos 27 años aproximadamente, de musculatura fuerte, con músculos resaltándole bajo la blusa de lino negra que resaltaba su piel marmórea, con ojos de un intenso color zafiro oscuro, pobladas cejas y abundantes pestañas, una boca perfectamente delineada y roja como una rosa. Su cabello perfectamente peinado hacia atrás de un color caoba claro, que lo hacia verse rojizo bajo la luz de la luna. Un ser de otro mundo, un demonio.

-la cortesía se me da muy bien chirríe aunque algunas no la merezcan- decannus bajo del marco de piedra donde se encontraba y empezó a caminar en la baranda del balcón de Leonore- Me preguntaba todos estos siglos que estuve encerrado… ¿no soy merecedor de tus visitas querida Leonore?- se volvió a pasear y de un momento a otro estuvo de nuevo en el marco de piedra.-¿acaso no fueron estas tus exactas palabras?- y Decannus puso voz aguda y prosiguió-“no te olvidare, jamás lo haré, vendré a visitarte siempre, siempre amado mió”- Su facción paso de la gracia a la seriedad. Con rapidez inhumana se poso delante de Leonore que le desvió la mirada- decidme pequeña Leonore- acaricio su cuello suavemente y empezó a presionarla haciendo que esta retrocedida y el avanzaba con ella- decidme chirrié, acaso no fueron exactamente tus palabras, antes de ser encerrado injustamente, dímelo Leonore, dímelo. Dímelo, dímelo, dímelo.- la pared no dejaba que Leonore retrocediera mas, y Decannus de pego a su cuerpo cremoso y suave. Tan suave que le hacia agua la boca. Con su nariz recorrió la mandíbula y luego el tendón que baja por la garganta hasta su clavícula, produciendo que las piernas de leonore flaquearan. Con fuerza se apego mas a ella impidiéndole la caída- dímelo amada mía, ¿porque me dejaste solo en la oscuridad?- Leonore empezó a derramar lagrimas negras- yo te diré porque, porque eres una traidora, tu sabes perfectamente que la persona que debió pasar siglos encerrada eras tu…traidora, me traicionaste, tu y toda tu familia me traiciono. Sabes muy bien que cuando mueras te iras a los infiernos, sufrirás todos los malditos segundos de tu eterna vida y de nada te servirá ser un semidiós, sabes que mi señor puede hacerlo. El castigo de los justo será ser devorados por su ceguera, como tu mi querida Leonore, la ceguera te impido ver y aceptar tu parte y eso te condeno para siempre- luego de haberle dicho todas esas palabras al oído se separo de ella, que callo de rodillas al suelo.

-volveré a encerrarte Decannus, volveré a hacerlo y esta vez no podrás escapar- la voz de leonore era apenas audible pero Decannus noto la determinación.

-claro chirrié- se arrodillo delante de ella y le levanto la barbilla para verle el rostro- eso seria de utilidad si yo hubiese querido salir- los ojos de Leonore se abrieron de par en par- yo no me libere, a mi me liberaron por llamado- la boca de le abrió- correcto querida mía, todavía están vivos, todavía viven, y adivina que-Decannus sonrió, y esta vez la crueldad se adueño de sus facciones- esta batalla, la ganare yo. Considera mi visita como mi ultimas palabras a tu asqueroso cuerpo- soltó bruscamente la barbilla de Leonore eh hizo ademán de limpiarse-por cierto, espero que no te hayas encariñado mucho con tu amado… te sugiero que alimentes bien a tus nobles, le faltaba sabor- Decannus desapareció junto con la luz de luna que fue cubierta por una gran nueve negra.

Esa noche los sollozos de Leonore se escucharon en todo el castillo.

La casería comenzaría al alba.


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